24 noviembre 2007

Svetlana

Publicado en Mediterráneo en noviembre de 2007.


Svetlana dijo no. Quería ser libre para decidir su futuro y el de su hijo. Dijo no a la indignidad del dolor callado. Alguien decidió arrebatarle la vida, quizás un tal Ricardo (o Juan, o Andrés, o Carlos… qué más da). “Antes muerta que con otro”, debió pensar el desgraciado. Svetlana murió el pasado lunes en Alicante. Había venido desde Rusia para construir su proyecto de felicidad en nuestra tierra. Como muchas otras mujeres. Y aquí murió porque un hombre no quiso que viviera su vida.

La lucha contra el terrorismo machista está siendo larga, dura y difícil. Es la lucha de la decencia y de la dignidad de una sociedad que se rebela contra la intolerancia, contra la violencia, contra la desigualdad. Es la lucha de la gente de bien contra tantos machos prepotentes que matan, vejan o insultan a “sus” mujeres. Porque hemos de saber que detrás de cada Svetlana muerta hay muchas que ven morir día a día sus ilusiones, sus sentimientos, su humanidad. Muchas mujeres que viven sometidas al terror de quien dice quererlas.

No hay atajos. No hay soluciones fáciles. La violencia sobre la mujer es la expresión más dura y visible de la discriminación, de la situación de desigualdad que imponen las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. Es la violencia física, pero también la violencia verbal. Son los estereotipos que convierten a la mujer en un objeto de usar y tirar. Es ese entramado de convenciones sociales y culturales que convierten en normal lo que es aberrante.

El terrorismo machista, de alta o de baja intensidad, perdurará mientras no quebremos el armazón sobre el que se sustenta: la desigualdad de género. Esta es la cuestión. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tiene esa convicción. Por ello ha puesto en marcha durante esta legislatura el más ambicioso proyecto a favor de la igualdad real de hombres y mujeres que nunca se ha impulsado en España. La ley de medidas de protección integral contra la violencia de género y la ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres constituyen la punta de lanza de las políticas de igualdad promovidas por el Ejecutivo socialista. Y junto a ellas hay un sinfín de iniciativas que nos permitirán ir removiendo los obstáculos que se oponen a la efectiva igualdad entre unos y otras.

Algunos han dicho de este compromiso de Zapatero con la igualdad que es muy radical. Por supuesto, claro que es radical. No lo duden. Es radical porque va a la raíz del problema. Porque quiere sentar las bases de otro modelo de relación entre los hombres y las mujeres de este país. Porque quiere que nuestros hijos y nuestras hijas conozcan una sociedad de iguales en la que la diferencia no suponga discriminación. Porque no puede aceptar que el 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, sea una fecha perdida en el calendario.

Muchas mujeres llevan mucho tiempo luchando para ello, dentro y fuera del movimiento feminista. Y a ellas, sin duda, les debemos lo ya conquistado. Pero me atrevo a decir que esto no es sólo una cuestión de mujeres. Muchos hombres queremos también luchar junto a ellas. Su causa es la nuestra porque es la causa de la dignidad, de la libertad y de la igualdad. Créanme, es un camino largo pero es un camino sin marcha atrás.

12 noviembre 2007

La doctrina Acebes

Publicado en Mediterráneo en noviembre de 2007.

El pasado miércoles fue uno de esos días reconfortantes. He de confesarles que me emocionó escuchar en la voz del presidente del tribunal la sentencia sobre el 11M. Recordé las imágenes del dolor y de la indignidad de aquellos días fatídicos de 2004. Las víctimas y la solidaridad de un pueblo que supo estar a la altura de las circunstancias. Ahora tengo la convicción de que la sociedad española y sus instituciones son más fuertes que entonces; nuestro Estado de Derecho ha sabido gestionar con madurez ejemplar la peor afrenta que ha sufrido desde el restablecimiento de la democracia.

El proceso judicial nos ha confirmado lo que la mayoría pensábamos y ha mostrado hasta qué punto están algunos dispuestos a llegar con tal de derribar el Gobierno progresista de España. Los que eran responsables de la seguridad del Estado en marzo de 2004 han dedicado todo su esfuerzo durante estos tres años y medio a proclamar la infamia. Dijeron que el Ejecutivo de Zapatero estaba sustentado sobre 200 cadáveres, para negarle la legitimidad que se ganó en las urnas. Humillaron a Pilar Manjón, la madre coraje que simboliza el desgarro vital provocado por el fanatismo yihadista. Han mentido hasta la náusea desde el mismo 11M para negar la evidencia.

Ya ven, siempre tan dados a ocultar el pasado. No les gusta nada que la gente de este país tenga memoria. Ahora, a cinco meses de las elecciones llegan hasta a negarse a sí mismos. Dicen que ellos nunca dijeron lo que todos les hemos oído decir sobre el 11M. En fin, ahí están los archivos periodísticos. Y ahí está la memoria que ellos quieren silenciar. Es la doctrina Acebes: mentir, mentir y mentir para sembrar el desasosiego, la desconfianza y la insidia entre la ciudadanía con la finalidad de que no prospere un nuevo proyecto de modernización y progreso en España. Lo de menos es el beneficio de la gente y la legitimidad democrática; lo de más es, otra vez, mantener el poder en manos de los de siempre a cualquier precio.

Es su forma de hacer y entender la política, en Madrid y aquí. Vean, si no, lo que están haciendo y diciendo los jefes locales de la derecha con el tema del agua. Llevan años reclamando el trasvase que ellos fueron incapaces de poner en marcha mientras detentaban los gobiernos español y valenciano y controlaban las instituciones provinciales. Tenían todo el poder en sus manos para hacerlo, pero no pudieron, no supieron o no quisieron hacerlo. Y ahora niegan la legitimidad del Gobierno socialista para impulsar y desarrollar las soluciones que considera adecuadas para poner fin al déficit hídrico de nuestra tierra.

Da igual que estemos avanzando en el sentido correcto. Da igual que estemos construyendo ya las infraestructuras que nos permitirán en muy poco tiempo disponer de toda el agua que necesitemos para nuestro desarrollo futuro. Eso, de nuevo, es lo de menos. Ellos siguen a lo suyo: la bronca permanente y el follón continuo. Porque saben que el tiempo corre en su contra y que cada nuevo hectómetro cúbico de agua que ponemos a disposición de los castellonenses ahoga su mensaje victimista.

Ellos saben mejor que nadie que el trasvase del Ebro hasta Almería no se va a hacer. Ni ahora ni cuando vuelvan a La Moncloa. Es otra más de sus mentiras. Por eso, mientras aquí cuelgan pancartas, en Madrid retiran del debate de los Presupuestos su enmienda reclamando el trasvase. Puro teatro.



Humillado

Publicado en Mediterráneo en noviembre de 2007.

Va a resultar que a estas alturas el partido de Aznar, Acebes y Rajoy se lamenta de no poder hacer lo que hace el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Fíjense, si no, en lo mal que están llevando el tema del viaje real a Ceuta y Melilla. Pudieron hacerlo durante el aznarato; nada se lo impedía. Podrían haber promovido la visita de los Reyes a las ciudades autónomas. Pero no. Prefirieron mandar la Legión al islote Perejil, para después pedir a Collin Powell que intercediera ante Rabat para restablecer nuestras relaciones con los vecinos del sur. A esto llamaban “sacarnos del rincón de la historia”… y así ponernos en el primer plano de las Azores.

Y es que los aznaristas andan apenados. No les salen las cuentas por más empeño que pongan. Han abusado tanto durante estos años del insulto y de la insidia que han perdido los argumentos para criticar desde la razón y la mesura las iniciativas gubernamentales. Ahora buscan excusas para decir que ellos también lo hubieran hecho. Lo de Ceuta y Melilla. Y lo de las pensiones mínimas, las ayudas a la vivienda, la atención a los dependientes, el estatuto de los autónomos, el superavit presupuestario, las ayudas por hijos... y hasta el agua para todos. Todo lo hubieran hecho, pero no lo hicieron. No quisieron hacerlo en ocho años.

En ese laberinto siguen perdidos. Por eso suena a esperpento oír decir a su jefe que se siente humillado por haber repatriado a las auxiliares de vuelo desde el Chad en el avión de Sarkozy. ¿Cuál es el problema? ¿Que el presidente Zapatero no se fotografió con las piernas tendidas sobre la mesa del presidente chadiano antes de traerse a las azafatas? ¿Que no compareció en la rueda de prensa con Sarkozy hablando español con acento francés? Sí, debe ser eso. O, tal vez, que no recurrió a inventar armas de destrucción masiva ocultas bajo las haimas del desierto para amenazar con una invasión que liberara a nuestras compatriotas. A veces se nos olvida que hubo un presidente del Gobierno de España que creía que eso era hacer alta política.

No hay manera de que asuman que las cosas se pueden hacer de otra manera. No pueden admitir que, en democracia, la eficacia de un Gobierno no se mide por el tono chulesco de sus declaraciones sino por su capacidad para garantizar derechos a una ciudadanía responsable. En esa dialéctica estamos instalados. De un lado, un Gobierno que asume sus responsabilidades, que da explicaciones a la gente, que busca nuevos espacios para la convivencia y el progreso, que construye futuro. De otro, una derecha perdida en el marasmo de sus fantasmas familiares, víctima de sus propias mentiras, cegada por un resentimiento enfermizo.

Miren, las sociedades democráticas se construyen con el concurso de todos. La España de hoy es como es porque todos hemos contribuido a su prosperidad y a su progreso social. Y cada Gobierno, en cada momento, aporta un nuevo impulso catalizador de las aspiraciones y capacidades de los ciudadanos. Esta es la legitimidad de la democracia. Quien no quiere entender esto, quien se empecina en negar esa legitimidad aun a costa de debilitar las instituciones y quebrar la convivencia termina por enfrentarse a todos por todo. Sobre eso deben reflexionar algunos, por el bien de este país.